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NUESTRA MISIÓN

 

Somos una entidad sin ánimo de lucro que brinda un sistema de apoyo en la ciudad de Bogotá a niños y niñas diagnosticados con cáncer, especialmente a aquellos provenientes de regiones vulnerables de Colombia, ofreciéndoles un hogar con las condiciones apropiadas durante su tratamiento.

 

 

NUESTRA VISIÓN

 

Sol en los Andes quiere ser una organización líder en la ayuda a niños con cáncer, consolidada como una entidad auto sostenible, con reconocimiento nacional e internacional por su labor solidaria con la población infantil más vulnerable y desprotegida de nuestro país.

 

Brindar a los niños y niñas diagnosticados con cáncer, conjuntamente con su acompañante, la oportunidad de sobrellevar esta enfermedad con dignidad, en el marco del respeto de sus derechos fundamentales; ofreciéndoles hospedaje, alimentación, transporte a los centros médicos, acompañamiento psico–social, espiritual y educativo; garantizando su calidad de vida.

 

 

NUESTRA HISTORIA 

 

Esta institución legalmente constituida nació el 18 de junio de 2010, con el objetivo de brindar una solución viable y sostenible en el tiempo, a la apremiante necesidad de Colombia de reducir la elevada mortalidad infantil por causas oncológicas.

 

Nuestro sueño surgió como respuesta al dolor que golpeó a la Congregación de Misioneros Oblatos por la muerte de uno sus integrantes. Después de la investigación pertinente se convirtió en un hogar para la infancia que vive el drama de esta enfermedad junto a su familia. 

En mayo de 2012 abrimos nuestra primera sede con capacidad para 6 niños y gracias al apoyo de quienes creyeron en la obra, en junio de 2014 inauguramos la sede actual que alberga a 18 niños. Desde su creación, Sol en los Andes, ha acogido alrededor de ochenta niños que conjuntamente con sus familias se han beneficiado del servicio que presta la Fundación. 

La esperanza de convertirnos en una obra social reconocida se hace más palpable por la confianza que ustedes depositan. La responsabilidad social no es un discurso sino una práctica constante en los niños que viven en la Casa Betania. Por esa razón, debemos seguir trabajando en la construcción del bien común, siendo protagonistas del cambio, evidenciado en cada paso la “Cultura de la vida”.

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